El amor es algo que a todos nos
atañe… es algo de lo que todos podemos hablar porque todos, de
continuo, nos relacionamos con particular intensidad, con todo
aquello que el amor implica, y esto ocurre precisamente porque el
amor es aquello que determina la intensidad y, en cierto sentido, el
modo de las relaciones que inevitablemente mantenemos. Esto no quiere
decir que el amor sea siempre intenso; hay amores calmos, hay amores
urgentes, hay amores que se profesan de modo reciproco, hay amores
unilaterales como el amor a los objetos, humanos y no humanos… el
espectro de formas en que el amor se nos presenta es bastante amplio;
e incluso si bien existen amores muy livianos y gratos, sabemos que
también hay amores que resultan en exceso problemáticos y
dolorosos. ¿¿Pero son estos amores tomentosos amores a evitar?? El
amor es un problema.
Hemos escogido el amor como tema
para este primer café por el hecho sencillo de que todos tenemos
vivencia del mismo y no hay que ser un ratón de biblioteca para
emitir sentencias súper-lúcidas acerca suyo. El amor nos es común.
Si bien algunos de los muchos temas capitales de la filosofía exigen
al pensador, tal vez por ser objetos algo estáticos, cierto bagaje
conceptual y haber profundizado en ellos hasta el tedio; con el amor
el caso es bien distinto. El amor es dinámico, no resulta en
absoluto aburrido, y goza de una complejidad ineludible; y ocurre que
basta con haber vivido un poco para desarrollar hábitos que a uno
mismo le resulten fiables u opiniones firmes al respecto. Todos hemos
bregado con sus cruentas vicisitudes, o nos hemos deleitado con sus
caras más amables, o sencillamente se lo hemos tenido a un coche, un
jersey viejo cuya vida útil prolongamos más allá de lo decoroso o
una taza de café que nos resulta especialmente bonita. Mencionar el
amor a los objetos no está de más, podemos despreciarlo por pensar
del mismo que no se trata sino de una mala versión del amor a las
personas; pero si entendemos que el amor, sea más o menos grueso, es
en cierto sentido un suelo para las relaciones humanas, en el sentido
más amplio que se le pueda encontrar a la expresión, no podemos
obviar que repartimos nuestro afecto entre objetos de lo más
variopinto y que, a efectos prácticos, nada se encuentra
completamente a salvo de ser amado. De hecho nos conocemos a nosotros
mismos en el amor y es en relación al amor autentico que nos
deploramos o nos gustamos. Pero ¿Qué es el amor auténtico? Ignacio La Calle Carmona
El tema de nuestro primer Café Filosófico fue el amor. Y estas son algunas de las preguntas que surgieron durante el dialogo:
¿A quién amamos cuando amamos?
“Nunca amamos a nadie: amamos, sólo, la idea que tenemos de alguien. Lo que amamos es un concepto nuestro, es decir, a nosotros mismos.” (Pessoa)
¿Se puede amar sin comprender?
"No es cierto que cuando más se ama mejor se comprende; lo que la acción amorosa obtiene de mi es solamente esta sabiduría: que el otro no es para conocerlo; (...) accedo al conocimiento del no conocimiento.» (Barthes)
¿Amar significa renunciar a toda idea del Amor?
"(...)intuyo que el verdadero lugar de la originalidad no es ni el otro ni yo, sino nuestra propia relación. (...) La mayor parte de las heridas me vienen del estereotipo: estoy obligado a hacerme el enamorado, como todo el mundo: a estar celoso, abandonado, frustrado, como todo el mundo. Pero cuando la relación es original, el estereotipo es conmovido, rebasado, eliminado." (Barthes)
¿El amor es algo que nos transciende?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario